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sábado, 6 de octubre de 2012

Primavera con identidad siciliana




¿Locura o anticipación identitaria en la aldea global?
Como en un alucinante viaje por Sicilia, Dolce e Gabbana, la marca italiana que ya cumplió 20 años, festeja volviendo a las raíces con una colección de portentosa tradición siciliana. Y la inspiración viene de la calle, la infancia y los artesanos.

 
Cerámicas de Taormina
 
 
 

 
Cabezas de "moretos" o Blackmoor, en cerámica,
un clásico del siglo XIX que Fulco di Verdura inmortalizó en sus joyas.
 

El desfile primavera 2013 ha despertado, como siempre, suspiros y admiración, porque los diseñadores continuan con su estilo más que identificable, aunque superando otra vez todas las espectativas.
Esta temporada exprimen un maximalismo barroco que hace de la mezcla una exposición muy feliz del arte y la cultura popular siciliana.


 
Detrás de esos maravillosos bolsos y miriñaques tejidos en palma blanca, de los abalorios y piezas de cerámica para bijoux, de las típicas pinturas de los carretos, de sus bordados que reactualizan decoraciones mobiliarias y arquitectónicas, de los sacones o carteritas tejidos al crochet y de esos materiales trabajados a mano que celebran lo más colorido de la tradición siciliana, no podemos dejar de imaginar un ejército de trabajadoras y trabajadores artesanos.





Una procesión plaga da de adornos y ofrendas tejidos en palma blanca.


En cuanto a sus bijoux, cobran mayor protagonismo que nunca, pero nosotras creemos que de todas ellas, este año los mega aretes son los que se llevan los laureles.


 

 

 
 
 A esta altura de las fotografías, reconozcamos que los Dolce y Gabbana son unos genios del diseño identitario, del mix y del barroco. ¿No pensas vos lo mismo?



 

viernes, 16 de marzo de 2012

Y la elegancia está en el cuello


Estaba previsto un post sobre aros pegados, pero en el transcurso descubrí que todo es cuestión de proporciones: tu imagen también. Y allí está como sin importancia, desmerecida, esa pequeña porción de nuestro cuerpo a la que no damos la atención que debiéramos y que ahora con los primeros fríos cubriremos sin esmero: nuestro cuello. ¿Es que casi no se vé? Sí, sí, sí.
Ese casi es lo único cierto de la frase. Casi no se vé si esta todo en escala. ¡Pero qué aire, qué levedad y orgullo le da a tu expresión, cómo suspende tu cabeza por sobre las otras dando a tu andar una plasticidad impensada, cómo llama la atención tu porte aligerado de gacela africana deslizándose entre la multitud!
¡No exagero! Mirá, por ejemplo, fotografías de Audrey Hepburn, o de María Callas, o algunas que te voy a ir mostrando aquí, donde los aretes, collares, aderezos compensan hábilmente cuellos de distintos formatos.


Un cuello normal no es muy ancho ni muy delgado, ni muy largo, ni hace aparecer a tu cabeza conectada directamente con tu pecho. Llevá el escote, los aros, la pashimina o el collar que quieras, pero no subestimes ese casi que no se ve!. En la foto ves cómo los pendientes a la vista junto con el cabello largo y llevado hacia atrás alargan el rostro, a la vez que el escote enmarca sin "ahorcar".


Un caso similar, donde el color del collar y del broche, recuerda el de los ojos destacándolo y "alargando" el rostro hasta la base del cuello.


A ver, aver ¿Qué tenemos por aquí? Una irreprochable novia de cuello ancho. Pero su escote "palabra de honor", su peinado alto y sus largos pendientes, componen hábilmente una nueva proporción mucho más estilizada.


Con el "cuello de tortuga" de este sweter, la modelo no se vería tan grácil de no haber recogido sus cabellos y "pegado" los aros a sus orejas. Pero así esta estupenda. Los labios bien visibles ayudan mucho a despegar el mentón del cuello y dar mayor independencia a la cabeza.


Aunque la modelo tiene un largo cuello, éste es un buen truco para los cuellos cortos o anchos, sobre todo en invierno, cuando la ropa se sube hacia la cabeza. El collar está por debajo del moño que forma el cuello de la blusa, de modo que alarga visualmente el espacio entre la cabeza y el tórax, a la vez que ilumina el rostro. Esa "iluminación", de la que tanto oímos hablar, es necesaria para dar levedad a la cabeza. Completan pequeños aros tipo clip y cabello llevado hacia arriba. ¿Imaginás un arreglo así con el cabello suelto? La zona del cuello estaría congestionada y sin espacio para que se destaque nada.

Cabello corto y llamativos pendientes de brillantes. Unos aros pegados huebieran alejado demasiado la cabeza del cuerpo.


Los aros gigantes amarillos dan a este delgado rostro una anchura que "adelgaza" el cuello, aunque también salva su aceptable largo.

Cuello largo y delgado, cortado y alargado por el outfit con gargantilla y los breteles negros que forman un vértice hacia abajo. ¡Maestra!



¿Un cuello muy ancho para esta cara? No sé. Los largos pendientes rojos, que apuntan al broche, adelgazan notablemente este cuello y hacen que los hombros se "acerquen" entre sí.

  

Una melenita que "libera" la zona es un gran recurso para esos momentos donde  hay que abrigarse y el clima hace necesario no exponer tanto el cuello.



 Una pashmina flojamente arrollada, contiene cuello y cabeza, estilizándolos. ¡Y otra vez el cabello recogido!


¿hace frío y te pusiste todo? ¡No importa! Un extremo del echarpe apuntando hacia abajo resuelve bastante, y sino no alcanzara porque mucho no se ve, quedan esas dos trencitas que socorren con dos verticales.


Era un cuello largo. Si lo cubrimos de este modo, varias horizontales lo acortan. Las puntas del cuello del saco compensan y "alargan".



¿Tu cuello está bien proporcionado y lo permite todo? Mostralo mucho pero no sobrecargues. Según se ve, no queda tan bien. Porque en tu imagen, como en la vida o en el amor, ¡todo es cuestión de medida!

lunes, 13 de febrero de 2012

¿Pendientes XXL?: los famosos "chandelier"




Chandelier alude a un artefacto de múltiples luces.
Los pendientes actualmente llamados "chandelier" se popularizan durante la segunda mitad del sigloXVIII, con el nombre de "girandole", que en italiano significa candelabro. Cuando el uso de las velas se hace infaltable en las reuniones de sociedad, las damas comienzan a lucir unos pendientes muy grandes, hechos con piedras preciosas, sobre todo diamantes y esmeraldas traidas de las minas del Brasil recientemente descubiertas.
Pero los primeros "girandole" hicieron su aparición en 1663, de la mano de Giliés Legaré. El favoritismo de que gozaron luego, su agrandamiento y enriquecimiento progresivo, se debió a que a mediados del siglo XVIII los escotes bajan mientras los peinados se recogen hacia atrás, y el uso masivo de las velas hace muy atractivas esas piedras que ahora llegan a granel desde América.
Los girandole entonces crecen en uso y se transformarán en una verdadera tortura por su enorme peso, pero iluminarán estratégicamente los rostros femeninos sumergidos en la espesa semipenunbra de las velas.
El uso se extiende de tal modo que las mujeres comenzarán a tener varios pares, algunos más sencillos para el día, reservando los de mayor tamaño y cantidad de piedras preciosas para la noche.


Hermosos girandole victorianos enteramente realizados en oro, en delicada y discreta versión diurna. Estos otros, también victorianos de alrededor 1880, reproducen en filigrana de oro un modelo belga.


Los girandole se popularizarán al punto de formar parte del atuendo popular en las fiestas españolas: de allí derivan los "catalanes" y los "aragoneses" o "baturros", que incorporan motivos vegetales estilizándose hasta hacerse fusiformes.
Las variantes más próximas al siglo XIX toman elementos neoclásicos, como los pabellones.

1930

El lujo del art-decó (siglo XX) los despliega con elegantísimas formas geométricas. Se aplacará su furor durante los años ´40 y ´50, en que los aros no se despegan de los lóbulos de las orejas, y volverán a reaparecer durante los fantásticos ´60s.


Esta tapa de Vogue los preanuncia. Es de 1955, donde los vemos ya llamados chandelier y acompañados por un collar que por su diseño en gotas colgantes, llevaría el mismo nombre.
En la segunda mitad del siglo XX, con la fabulosa revolución estética generada por la cultura de los años sesenta, vuelven a "encenderse" con versiones de bijouterie mucho más portátiles, accesibles y divertidas, llamandose "chandelier", y relanzados con el entusiasmo de la revista Vogue.


Candice Bergen, 1967


¿Cómo es un chandelier?
Actualmente las variaciones son muchísimas. Vayamos entonces al "girandole" tradicional, que consta de tres partes. Un pequeño broquel o botón de agarre a la oreja formado por un disco engastado en pedrería, o una sola piedra circular o con forma de flor. El segundo cuerpo o entrecuerpo es un lazo que luego, hacia mitad del siglo XVIII fue sustituido por un motivo floral. Por último, tres colgantes almendrados, el central más grande que los laterales.


Estilizados "chandeliers" victorianos en diamantes y oro platino, de 1830


Copia italiana de unos girandole típicos de mediados o fines del 1700, con lazo y corales, datada en 1940.


Innovadores chandelier de borlas y alfileres de ganchos: refinado cuño punk al estilo "chic-urbano".


Simplificados y llevados al máximo de su abstracción, estos pendientes chandeliers son de Oscar de La Renta, 2010

martes, 3 de enero de 2012

Las más soñadas joyas de autor también son plásticas

 

Hay quienes cuestionan que sean joyas. Pero como en las joyas tradicionales, los materiales y las técnicas son motivo de nuevas formas y efectos. Pertenecen a ese joven universo llamado "joyería de autor",
insólitas joyas elaboradas en plásticos de distinta composición química y colores inusitados que intentan descontracturar los conceptos de la joyería tradicional.
Para contextuar mejor estas creaciones, aclaremos que la joyería de autor se caracteriza por la producción firmada de piezas únicas que evitan los habituales circuitos de marketing y venta. Los nuevos diseñadores emprenden así la aventura de autogestionar sus creaciones: piezas cuyo sello personal es el principal valor económico aportado, posibilitando la democratización de las joyas.
Un collar babero de silicona, por Denise Julia Reytan  

Un sorprendente prendedor de la misma artista. 


Collar, por Ela Bauer (silicona) 


Un collar para tentar y tentarte, de Ineke Otte (nylon)

Otro collar de Denise Julia Reytan, en piedras semipreciosas y acrílico:
un verdadero laboratorio de formas y color

En cambio este es un sintético, elegante y hasta futurista anillo de Ela Bauer (plástico)


Un anillo de osadas formas y colores orgánicos, por Ela Bauer (plata y silicona)


Sofisticado, sólido y transparente broche de Tamara Gruner


A mí me parecen piezas de un arriesgada joyería que está adelantando el futuro. Y como me gusta la innovación, quise compartir estos sueños de plástico con vos.  

miércoles, 9 de marzo de 2011

Aros seductores según la forma de tu rostro


Los aros ayudan a balancear la forma del rostro, del cuello y el peinado. Aunque en cierto sentido la moda es tirana y lo que se usa no incomoda, a nivel imagen hay tips que no fallan. Los aros siempre enmarcan nuestro rostro y acentúan en él lo que deseemos, mientras no repitan la forma de la cara.


Un rostro ovalado va bien con cualquier peinado, cuello y aros. Pueden ser pendientes, cortos, largos, extravagantes, aros pegados, más o menos discretos... pueden tener detalles colgando, formas extravagantes... Eso sí: nunca una argolla grande ¡y menos si es ovalada!



Para un rostro redondo, nunca repetir esta forma en los aros. Le quedarán mejor los de formas delgadas o largas, tamaño regular o no muy grandes, sin formas circulares. Un par de pendientes completan para el ojo (que tiende a rellenar los vacíos) este rostro hacia abajo, alargandolo y dandole una forma más oval.



Un rostro cuadrado tiene pómulos y mentón muy marcados. Mejora sobre todo con aros medianos, sean pegados a las orejas o pendientes. Prohibido cualquier aro extra-large y las argollas pequeñas.




Para un rostro rectangular, irán bien los aros que atenúen sus ángulos: redondos, argollas o esferas. Los pendientes largos acentúan negativamente esta forma.Las argollas y perlas les quedan super bien.




En un rostro triangular se destaca con casi todos los aros, dado que algo bien visible a la altura de las orejas tiende a equilibrar el ancho de la frente con el mentón pequeño. Sólo que no deben tener forma de triángulo o ser anchos en su parte superior y hacia abajo terminar en punta, pues quitarán expresividad a este rostro. Los clásicos redondos son sus grandes aliados, ¡cuanto más grandes mejor!



Un rostro de rombo o diamante va de maravillas con aros, pues en general es un rostro grande. Como visualmente hay que alejar la mirada de los pómulos y dirijirla hacia abajo y el cuello, cualquier forma de aro grande lo favorece, también el color y lo cargado. ¡Cuanto más llamativo, mejor!