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sábado, 21 de julio de 2012

De la nobleza a la bijouterie: la Cruz de Malta





Es curioso el derrotero que a veces toman los acontecimientos, las historias, las cosas, las palabras y los símbolos. Aunque los símbolos tienen cierta capacidad para congelar significados, el destino de la Cruz de Malta se parece a un capricho.
Este pequeño dislate surgió de la predilección de Clarisa por una composición geométrica que recorre toda la producción creativa de Chanel. La curiosidad llegó al saber que reproducía un antiguo signo nobiliario.



Cocó lo lleva aquí como un broche en su sombrero. Pero era fácil verlo también en sus solapas, en sus medallones y en sus aros. 
Una atrevida recreación de la cruz que altera bastante su rígida geometría. 
Broche del Duque de verdura. Para Chanel en 1930.





El broche y los clips de oreja, realizados en Gripoix y diamantes, para Chanel.



Quien lo imprimió a toda esa falsa joyería que poco a poco ganaba los bolsillos más exclusivos y refinados fué Fulco Santostefano Della Cerda, Duque di Verdura. El fue uno de los más cercanos colaboradores de Cocó, y alentado por ella diseñó muchísimas bijoux para Casa Chanel.

Este es el primer diseño de aquella famosa pulsera con que Fulco introdujo, en 1934, la Cruz de Malta en la joyería.

Por las fotos,  podés notar cómo este diseño se disparó y expandió en la imaginación de los joyeros. La ruta de Fulco di Verdura hacia este símbolo es fácil de seguir, aunque lo que pasó después fué casi mágico.
Con las gemas que el Gran Duque Ruso Dimitri regalara a su amiga Cocó Chanel, Fulco realiza un brazalete tipo puño (cuff) con un adorno simétrico: el escudo de su ciudad natal.



Cocó con Fulco y su célebre creación.

Desde el siglo XI la Cruz de Malta era el escudo de un pequeño principado italiano, Amalfi.  Había acompañado al duque de Verdura durante toda su infancia en Palermo, hasta que en 1926 se muda a Paris para trabajar con Cocó.
Una de las numerosas versiones posteriores de Verdura

Angulosa o curvada, las variantes que ha tenido su forma obedecen a las distintas instituciones y significados que la fueron impregnando a lo largo de la historia. Pero básicamente, convergen cuatro puntas de flecha, lo que le da la forma de ocho puntas.  

Otro brazalete con la Cruz de Malta, por Fulco


El intenso verde de Gripoix y perlas falsas para este clásico de Chanel.



Otro broche de Gripoix para Casa Chanel, en el que se hacen mucho más claras sus connotaciones bizantinas, un estilo que gustaba mucho a Cocó




Una de las versiones más actuales del ya reconocible "ícono Chanel" de la cruz maltesa.


Amén que el Duque di Verdura la reprodujera hasta el infinito en la bijouterie, la imaginación de los más reconocidos diseñadores de joyas no pudo sustraerse a su magnetismo, dotandola, como verán en las figuras, de una versatilidad poco común.



Esta versión de la Cruz de Malta es un broche de Trifari.



Esta, de joyerría Tiffany, quizás sea uno de los diseños donde la cruz se hace más libre y orgánica, semejando cuatro ramos de flores.



Este brazalete tipo cuff es del famoso norteamericano diseñador de bijoux Kenneth Jay Lane, quien tampoco pudo sustraerse al encanto.

Un broche de la fábrica de bijouterie Coro, que se hiciera muy popular por los años 50.



Yves Saint Laurent también tomó el diseño como pendiente de sus famosos sautoirs.



Miriam Haskell también aportó su broche con la Cruz de Malta, realizado en su clásica técnica
de dobles fornituras de oro ruso y perlas de agua dulce.


Broche de oro y turquesas, por el famoso diseñador William De Lillo.




Tal vez uno de los modelos más impactantes, de Trifari.






 Mucho más actuales, estos dos broches de cristales Swarovsky diseñados por Erikson Beamon.


Todas estas fotografías son apenas un ejemplo de la avalancha de diseños inspirados en esta cruz que inicialmente fuera distintivo  de la Orden Hospitalaria de los Caballeros de San Juan, quienes brindaban sus servicios en el Hospital de Jerusalem.   
Ni las numerosas ordenes de caballeros que luego la adoptaron, incluidos los Cruzados, ni los jefes de los varios Estados que la llevaron en sus banderas, pudieron imaginar la insólita derivación de la cruz por la nostalgia de un duque palermitano asilado en el mundo de la moda.




miércoles, 30 de noviembre de 2011

Las bijoux de una musa: Lou Lou de La Falaise



Se llamaba Louise Vava Lucia Henriette Le Bailly de La Falaise. Extraordinaria combinatoria de nombres e identidades que resultó en una encantadora mujer rebelde, sofisticada y elegante. Sus orígenes son un delicioso cocktail de aristocracia, arte, belleza física y sexo, bien batido por la cultura pop londinense de los ´60 y el chic parisino de los ´70.


Como ella decía, se vestía para alegrar las calles y para sorprender. Jamás fue obvia.

Lou Lou de la Falaise, nombre con el que se la conoció desde los años en que inspiró y colaboró con Yves Saint Laurent, nació en 1948 en el Reino Unido, de padre aristócrata (el Conde de la Falaise) escritor y traductor, y madre modelo, diseñadora y cocinera, Maxime Birley, que había trabajado para Elsa Schiaparelli y de quien el fotógrafo Cecil Beaton dijo que era "la única mujer inglesa auténticamente chic".


Ese árbol genealógico justifica  historias de lo más extravagantes, como que al nacer Lou Lou no fue bautizada con agua bendita, sino con ¡el perfume Shocking de Schiaparelli!
Anécdotas más, anécdotas menos, sus padres se divorciaron dos años despues de su nacimiento y ella se crió en distintos internados, de los que siempre resultó expulsada. Vivaz, fresca, descarada y atrevida, su mezcla de refinamiento y provocación subyugaron de inmediato y produjeron un giro notable en las colecciones de Saint Laurent, que le otorgó la casi inalcanzable categoría de "musa".




Para él, el verdadero talento de Lou Lou era su encanto, "particular, emocionante". Se conocieron en 1968 y él quedó tan impresionado con su carisma, que quiso tenerla a su lado. Pero Luise fue a vivir a New York donde no la pasó tampoco mal: dedicó sus noches a Studio 54 junto a Marisa Berenson ( hija de Schiaparelli), Robert Mappelthorpe y Paloma Picasso.


Cuando regresó a Paris, en 1972, Lou encontró a su amigo Yves. Para él ella era una compañía indispensable, ya que poseía "el extraño poder del don de la ligereza mezclado con la intensidad irreprochable de su mirada sobre la moda".




Si bien ella renegó del lugar de musa, con Saint Laurent su vida cambió también.  "Me solía irritar este término", explicaba a la cronista de la edición Vogue italiana en 2010. "Para mí, una musa es alguien con un aspecto elegante todo el tiempo, pero muy pasiva. Yo trabajaba mucho. Trabajaba desde las 9 de la mañana hasta las 9 de la noche, o hasta las 2 de la madrugada. No era pasiva. Trabajé en las joyas, en el punto y en las colecciones comerciales. Ahora que todo ha terminado me gusta pensar que hay un poco de mi alma en la ropa que diseñó cuando yo estaba allí y que yo era fuente de inspiración".



Luego continúa:  "Él quería que yo trabajara con él, pero no sabía en qué. Le propuse hacer joyas y él aceptó. Cada día inventábamos nuevas formas de lucir cosas que encontrábamos por mercadillos o anticuarios y creábamos personajes. Lo pasábamos muy bien".
Fotografía de 1972
A Lou le gustaba mezclar estilos y cosas que no tienen nada que ver unas con otras... las sorpresas, lo inesperado, quebrar la unidad, romper la monotonía... Una frase suya la pinta de cuerpo entero: "las camisas me parecen patéticas". Gustaba de los broches que pueden adosarse a un collar, los pendientes, brazaletes y collares de múltiples hilos y grandes piedras, el cobre. Gustaba de la ligereza, transparencia y la sutileza de los colores del vidrio trabajado con la técnica Grispois, que está casi perdida... gustaba de todo eso tanto como amaba ser libre y no estar atada a una moda. Era partidaria de las ideas generosas, que se adaptan a muchas clases de mujeres y de vidas.

              
  

  
Sautoir multicolor de Lou Lou, un clásico que se reinventaba en cada una de las colecciones Saint Laurent  



Si bien Loulou dejó de trabajar para Yves cuando este cerró su taller, nunca se desvinculó de él. En 2002 lanzó su propia marca de joyas y otras piezas únicas "Lou Lou de la Falaise Fantaisies", donde plasmó esos vaivenes estilísticos que tanto adoraba: blusas de seda con rayas y remates de encaje, abrigos masculinos con toques de piel, super británicos bleisers de tweed, pantalones marineros bien afrancesados y prendas tejidas en colores estridentes.
Pero lo verdaderamente significativo para ella fueron los accesorios, porque " tienen un papel importante en nuestras estresantes vidas. Si vas a cenar y no tenes tiempo de cambiarte, siempre podes ponerte una joya".

En el vestuario que Loulou lleva en las fotos podemos notar fácilmente su originalidad, su aire de rockera incorregible, su impertinente elegancia apenas varonil... Y si hubiera que definir su estilo, sería el de una disruptiva feminista de los setenta con todo el encanto francés.
Desde 2007 firmó la colección de joyas del también diseñador Óscar de la Renta.

En 2011 diseñó una línea de joyería exclusiva para la tienda del jardín Majorelle de Marraquech, en donde reposan las cenizas del gran creador, y se encargó de la dirección artística de la exposición 'SAINT LAURENT rive gauche, La révolution de la mode'.
Lou Lou nos dejó el  sábado 5  de  este mes. De su colección 2011 "Reverie de une soir d´eté" hecha con pasta de vidrio y vidrios soplados, algunas piezas hechas por Maison Gripoix, en vidrio y con la técnica que ella más amo: