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viernes, 10 de agosto de 2012

De leyenda: las joyas de Eva Perón


Una figura histórica acumula a veces una riqueza simbólica que supera cualquier valor económico: es el caso de Eva Perón. Brilló por su inteligencia, por su carisma y por su obra, y sus joyas son parte del mito que la cultura multiplica sin fin.
De ese gran mito, las joyas de Evita fueron tomando con el tiempo valor simbólico propio, tienen su propia historia, que ahora viene a cuento porque se estrena un film. La coproducción argentino-española ¡Atraco! supone un robo perpetrado por  los seguidores de Eva para recuperar sus joyas como a un tesoro perdido.
No es la primera vez que el mundo del espectáculo se centra en esta carismática mujer al paso del tiempo encendida y agrandada.


El diseñador de joyas Mariano Toledo reeditó este año una colección de 35 joyas (en venta en New York) para el vestuario del musical Evita, protagonizado en Broadway por la argentina Helena Roger y el portorriqueño Ricky Martin.


Otro de sus famosos collares: oro y esmeraldas.

Basado en una investigación de material fotográfico, fílmico y católogos de remates, el orfebre realizó en 2007 una exposición en el Museo Evita, ciudad de Buenos Aires. Porque lo cierto es que las joyas de Evita son un misterio: la intención de Eva era que a su muerte fueran destinadas a los pobres, pero las joyas desaparecieron.
Entonces, como la marea, el mar de los tiempos trae a la orilla cada tanto algún resabio de lo que fuera el gusto y la distinción de aquella mujer extraordinaria.




En la fotografía superior Eva lleva éste collar, uno de los más valiosos que vistió.

Recientemente, el 23 de junio de 2011 y casi dos años de haber sido robadas por un pretendido jeque árabe, su chofer y su guardaespaldas en una joyería de Valencia, la policía italiana recuperó en un lujoso hotel de Milán un conjunto de joyas que incluyen un juego de anillo y pendientes y una tiara que la familia real holandesa había obsequiado a la Primera Dama de Argentina.




Una de los misterios recientemente develados es el de un broche llamado "Bandera" ( foto 1) , que Evita usó entre 1949 y 1951 en numerosas ocasiones, y en la muy especialísima que consagró junto al sufragio femenino (ley impulsada por ella misma) la segunda presidencia de su marido, Juan Domingo Perón.
Es una pequeña bandera argentina realizada en zafiros y diamantes sobre platino encargada personalmente por Evita a los joyeros de Van Cleef & Arpels.
En 1955, con la caída de Perón, el broche fué rematado en el Banco Municipal de Buenos Aires, y reapareció en 1998 en una subasta de Christie´s, New York. Se dice que pertenece al Sultán Brunei.


En 2003 otra subasta de Christie´s puso en escena el famoso collar birmano de rubíes y diamantes preferido por Eva, con el que posó para un retrato con el que la suele honrar su pueblo, y reproducido en una estampilla. El collar es de estilo victoriano, data de 1890 y tiene 11 raros y hermosos rubíes sin tratar, rodeados por diamantes y moldura de oro y plata.


También fue reproducido por Mariano Toledo para el musical "Evita". Abajo, en su factura actual.


Lo cierto es que la leyenda urbana del robo de las joyas está abonada por el misterio de su destino, así como por el valor monetario que se les atribuye proporcionado a la supuesta ambición desmedida su propietaria original.
Uno de sus fantásticos íconos de poder y de las joyas especialmente confeccionadas de la que había otra igual para su marido, es este collar que reproduce el escudo de la República Argentina y los escudos de sus provincias.

Contiene 735 esmeraldas, rubíes y brillantes engarzados en oro y platino.



Un típico "invento" de los años ´40: este collar de tres vueltas podía desmontarse, y transformarse en un  broche, una pulsera y un collar. Eva lo usó en todas sus formas muchísimas veces.

No puede negarse que Eva era muy coqueta y fué un ícono fashion en estas tierras casi vírgenes de fashionismo, quizás una de las pocas mujeres capaz de hacerse "copiar" los diseños franceses y llevar naturalmente como signo de elegancia la moda europea. Pero el valor agregado de sus joyas está en la leyenda (o tragedia) que portan y en la gran personalidad de su propietaria, quien solía repetir, pese a sus lujos y como ejemplo del poder transformador del encuentro de las voluntades con la política, que ella no era más que una humilde mujer.



martes, 13 de marzo de 2012

El vestidor de Eva Perón o un uso político de la imagen femenina

¡Hola! Ya estoy casi bien y pensando distraída, cuando la detective fashionista encontró esta noticia que no queremos pasar por alto: el jueves 14 de marzo, en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, reabren la habitación que entre 1946 y 1952 fuera ambientada para Evita como su vestidor ( un homenaje por el Día de la Mujer).


 No es necesario decir quien fué ella.  Nada aminora la importancia de su figura de mujer capaz de emerger desde las capas más profundas de la pobreza y la discriminación ni su trayectoria de gigante activista política. Oriunda de un pueblito de campo, hija junto a cuatro hermanos más de la pareja irregular de Juan Duarte, era ilegítima por ley. Pero Eva no sólo superó el peso de esos orígenes sino que fue la avanzada ideológica del movimiento de masas más formidable del siglo 20: el peronismo.
Quizás el dolor acumulado y su gran sensibilidad hacia la condición de los pueblos de América del Sur ( y su propia condición) hicieron de ella la "líder espiritual" del partido político Justicialista.


 

Aunque deseo hablar de lo que pudo significar ese vestidor de Evita ubicado al lado del salón más fastuoso del edificio donde funcionara por unos años su Fundación.
El vestidor estaba ubicado al lado del Salón Dorado donde Evita acostumbraba aparecer en público. Los dos años anteriores ( 1943-1945) había sido usado por su marido Juan Perón como despacho personal.
Ya traté en otros post el significado de los vestidores femeninos. Pero aquí el vestidor excede absolutamente ese espacio íntimo y personal de autoreconocimiento y se coloca como antesala del escenario social y político más productivo de  Argentina a mediados de siglo.
En consonancia con las opuestas versiones de los mitos que rodean a esta gran mujer, se habló y se sigue hablando de lo hermosa o de lo frívola que era la señora Eva Perón al vestir alta costura francesa y enjoyarse.


Tan contradictorio parece que hay quienes la ven bizarra: una joven que vestía ropas costosas, hermosos tacones y cuidadosos peinados para una tarea que otros hubieran considerado "menor" o de "trinchera",  rodeada de pobres y necesitados todos los días, desde las 8 horas a las 3 o 4 del día siguiente, en su Fundación, un lugar construído con todo el boato de que eran capaces los ricos porteños: el ex-Palacio Dodero.
Yo prefiero quedarme con lo que dijo de ella Christian Dior: " fué la única reina que vestí", evidencia de que estaba ante una persona única y absolutamente por encima de lo común más allá de su condición original.



Eva en el Öpera House del teatro Colón, vestida por Dior.

"El trabajo que yo hago no es filantropía ni es caridad, ni es limosna ni es solidaridad social, ni esbeneficencia. Ni siquiera es ayuda social, aunque por darle un nombre aproximado yo le he puesto ese. Para mí es estrictamente justicia", decía Evita sin faltar a su Fundación ni un solo día. Casi casi como si ella deseara que los más necesitados tuvieran las mayores compensaciones aunque fuera por un instante y comenzando por su imagen agradable.
Quizás un tanto ingenuamente pero no sin algo de razón, ella decía que si el pueblo conocía el refinamiento, iba a luchar para conseguirlo. Así,  para esa mujer dedicada por entero al cambio social, el vestidor al lado de su salón más público fué cuestión de practicidad y también, una de las expresiones más concretas de su capacidad de subvertir el uso tradicional de la imagen femenina.

La reapertura del vestidor de Eva Duarte muestra cómo aquella mujer que jamás se dejaría empequeñecer ni afear por los prejuicios de la época, fue una pionera de la participación política de las mujeres de clases populares, haciendo activismo incluso con su propia imagen.

Una detallada descripción del vestidor 
Museo Evita, en Buenos Aires