miércoles, 29 de febrero de 2012

El glamour antes del glamour de la Marquesa Casati





Pintada por August Edwin John, 1919

Fue una irreverente y excéntrica millonaria. Se dedicó a dilapidar la mayor fortuna textil de Italia. Para fascinar. Y también, para hacerse célebre. ¿O fue una artista maldita, arte hecho cuerpo viviente y vanguardista performer?

"Reina de la noche" Vestido de León Bakst, 1922
Todo eso junto y más. ¡Ella sí tuvo estilo! ¡Y de qué nivel! Un estilo un tanto bizarro pero altamente impactante: solía pasear en góndola por los canales de Venecia con una víbora enroscada al cuello a modo de collar, llevar disfraces con tecnología incluída (como aquel de San Sebastián que debía encenderse como las estrellas y le provocó una enorme descarga eléctrica), o caminar por los jardines de su Villa sobre el Canal Grande acompañada por dos magníficos leopardos. ¡Ella sí sabía cómo llamar la atención!




Pintada por Paget-fredericks, 1920



Fotografiada por Man Ray, 1935

Si el glamour hubiera sido mercantilizable como ahora, ella habría tenido el monopolio.
Y de algún modo lo creó. Porque aunque no se lo podamos medir por metros de celuloide ni de papel revista impreso, se las ingenió para ser la musa inspiradora de todos los artistas de la época y una de las mujeres más pintadas en la historia del arte.


Vestida por Jean Poiret. 1913



Pintada por Giovani Boldini, 1911-1915

Claro que corrían los años ´20 y el mundo todavía no estaba bajo el poder de los medios masivos de comunicación. Pero fue la década de los escándalos... ¡y vaya si Louisa Casati escandalizó! Fue la más audaz y excéntrica de todas las mujeres que hicieron lo que les dió la gana.


Fotografiada por Adolph De Meyer, 1912

Contaba con el enorme atractivo de unos ojos inmensos y verdes en contraste de su roja cabellera. Pero su mayor talento fué hacerse célebre mediante el arte, a cualquier precio. Desde crear con los típicos flecos del Charleston un vestido que semejaba a una fuente surgente, hasta transformarse en la más irreverente flapper capaz de organizar las fiestas más descontroladas de su tiempo.



Además de su pertenencia a la adinerada nobleza europea, los años 20 y los que siguieron le dieron oportunidad para escandalizar siempre. Y ella los aprovechó. Capaz de cosas increíbles, aunque la palabra glamour no se usara todavía, su brillo jamás decayó.


Pintada por Giullio de Blass, 1913

Todos los ítems de la moda liberal de los años 20 estaban presentes en ella, y más: su actitud descarriada y su abuso de collares, perlas y accesorios para lograr la imagen soñada: una imagen para los escenarios, las fotografías, y las fiestas privadas: a la medida de la imaginación más voraz.


¿No creen que fue ella quien a fuerza de atrevida inventó esa atractiva notoriedad que se llama glamour?

miércoles, 22 de febrero de 2012

Para lucir como una princesa el escote statement


Con reminiscencias de diva, el escote "palabra de honor" o "statement" es el mejor para verte glamorosa con muy poco. De hecho, es el preferido para un vestido de boda.
Aunque es sumamente versátil, no importa que busto tengas.


Este "collar de perro" en cristal da luz y textura junto al largo rosa-shocking ultrasencillo del vestido.


Sin breteles, ni por delante ni por detrás, no es exactamente un atrevido strapless: es más alto, se lleva siempre con sostén y debe ajustarse muy bien al contorno del talle.
Suele ser el elegido cuando hay que estar muy femenina, elegante y discreta, con un estilo depurado y sensual. Su corte neto, horizontal y no más allá de tres o cuatro dedos por debajo de la clavícula, realza el busto, destaca el pecho, remarca los hombros y afina y alarga el cuello dejando la espalda al descubierto.


Un sencillo vestido de noche con este escote puede transformarse radicalmente según los accesorios que lo acompañen. Ya ves cómo un delgado collar tipo franja o egipcio y unos pendientes no demasiado grandes lo transforman en un espectacular vestido de cóctel o para una recepción.


¿Atrevido? Quizás. Este bib de Christian Lacroix es lo suficientemente interesante como para llevarte al top de los statement, de las atrevidas, de las imprevisibles... ¡Elegís vos! 
¿Y cómo te ves con este precioso cuellito metálico "cerrando" un vestido statement, como una las últimas propuestas tendencieras, para una elegante salida informal?

Aquí el cuellito está hecho en cristales color rubí, algo mucho más suntuoso y sugestivo. pese a que conserva un toque infantil.

El escote "palabra de honor" es ideal para llevar con cabello recogido y destacar el collar, desde aquel que apenas sobrepase la línea del cuello, en el largo conocido como "Princesa" (entre 45 y 50 cm.) y aros pegados a las orejas, al torzade, los cuellos, los franja... incluso el voluminoso e imaginativo collar bib, que lleva el nombre statement, le hace un acompañamiento sensacional... ¡O sin collar y con fabulosos aros chandelier!


Un delicado y corto "palabra de honor" en tonos nude, con una collar de una vuelta ( largo matineé) en la gama, aggiornado por el corte de pelo y el desenfado de la modelo. 



Otro arreglo juvenil, con un bib muy moderno y en materiales no convencionales, como recortes geométricos de cuero.

No importa la edad, si tenes una fiesta y un hermoso collar, un vestido sencillo y no tan oneroso con este escote perfecto es la mejor inversión para que te vean como a una princesa.

Y si no tenés una fiesta, pero sí un muy lindo o vistoso collar, también. ¿Porqué no? Finalmente, la imginación hace que siempre podamos volver a lo que nos va mejor. 


Platería criolla

 

¿Porqué mi país y su río más famoso, el Río de La Plata, tienen como raíz del nombre el del blanco metal?
En el año 1602, el sacerdote y soldado poeta Martín del Barco Centenera, publicó un extenso poema que narraba la conquista del Río de la Plata al que llamó: "La Argentina" (Argentina" deriva del latín argentum, plata).


Un mate que representa al suri o ñandú, ave gigante de la llanura rioplatense. Se trata de un objeto típico, de uso cotidiano para tomar la infusión de agua caliente y una planta autóctona llamada "mate".

No es que el Río de la Plata tenga el color del precioso metal: se creía que este inmenso Mar Dulce, llamado así en 1516 por Juan Díaz de Solís, sería la larga ruta que llevaría a los conquistadores sedientos de riqueza, a esa quimera de un mundo deslumbrante, la Terra Argentea. Esos primeros españoles habían visto a los indios pampas adornados con pulseras "ligien" ( en araucano: de plata) cuya materia venía del sur del Imperio Inca.
Pues bien: la platería criolla resultó del mestizaje cultural. Desde piezas de la liturgia cristiana hasta la vajilla de la cocina, miles de objetos dieron cita a esta afición popular. Sobre todo en la vida del gaucho: hombre y caballo disfrutaron de los brillos de luna que los mapuches vieron en la plata.





La platería precolombina

Para los pueblos americanos el oro y la plata sólo servía a los objetos de culto, eran el espejo de los astros, de la divinidad Inti o sol, de su luz y fuerza fecundante.
México y Perú fueron los dos centros más importantes de orfebrería precolombina. En México se había empezado a trabajar la plata a fines del Antiguo Imperio, alrededor del año 850. Los aztecas labraban sus figuras y elementos rituales en oro y plata, con la técnica de la cera perdida.
El valor mercantil de estos metales llegó con los conquistadores, que vinieron enfebrecidos por el mito del Dorado.


Hernán Cortés en una Carta-relación a Carlos V, dice: “no hay platero en el mundo que mejor lo hiciese. En Tlaxcala hay joyerías de oro y plata y piedras, y otras joyas de plumaje, tan bien concertado, como puede ser en todas las plazas y mercados del mundo”.

La platería del Río de la Plata
En épocas de la colonia, las familias de la alta sociedad utilizaban bandejas, cubiertos, platos y mates de plata.
Pocos datos se han podido encontrar sobre los primeros plateros en el Río de la Plata, pero hay documentos de épocas tempranas. El primer platero llegado a estas tierras en el siglo XVI fue el andaluz Juan Velásquez, platero y pintor, que vino en la expedición de Don Pedro de Mendoza.
A principios del siglo XVIII los plateros censados en la Ciudad de Buenos Aires eran 15; a mediados del mismo siglo se contaron 25.







Un curioso instrumento de caza, las boleadoras, con su adorno de plata repujada. Se trata de tres pesadas bolas de madera o hueso sujetas por cuerdas en tripa trenzada que se daban varias vueltas por encima de la cabeza, en el aire, y luego se arrojaban con fuerza hacia las patas y hacer caer a unos gigantescos y veloces bípedos pampeanos llamados "ñandú". 



Cuando se impuso cierta laxitud en las creencias y los plateros extendieron su aarte, en principio reservado a la decoración de altares,


También así se hicieron las cabezadas, bozalejos, fiadores, pretales y hasta el cabestro y las baticolas, o sea, los distintos adminículos necesarios para ensillar un caballo. Conclusión: el uso cotidiano y la costumbre generaron una copiosa producción artesanal conocida como “platería criolla”.


crearon utensilios hogareños y piezas para la cabalgadura. Entonces las clases populares adoptaron la plata para adornar los aperos del caballo: fustas, espuelas, cuchillos, dagas, facones, rastras, hebillas y otros accesorios, realizados en plata cincelada. Hay incluso riendas hechas enteramente de mallas de delgadísimos hilos de plata, imitando los más finos trenzados de tiento de potrillo.

Por ejemplo, este curioso “cinturón o faja”, abrochada a la cintura y compuesta por un medallón central y cadenas de eslabones a ambos lados. Allí sobresalen las monedas de oro y plata, que aumentaban el peso y el valor de la rastra.

El estilo de la llanura


Moderna bandeja de alpaca martillada, con manijas de asta de vaca.

La antigua platería pampa es ingenua, simple y bastante rústica, fruto de la precariedad y la falta de aprendizaje metódico de los primeros "gauchos". Su estilo, llamado de la llanura o estilo pampa, presenta decoraciones geométricas, líneas simples a menudo simétricas y repetidas o alternadas. Para las formas definidas, los plateros usaron el recurso de líneas y puntos trabajados con burilado a flor de agua, así representaron la flora y fauna del lugar y los símbolos de su cosmovisión. Solamente en algunas piezas aparecen calados y recortes.


Actualmente, las joyas de plata se combinan con engarces de rodocrosita, esa particular piedra de color rosa rojizo se encuentra solamente en el territorio argentino.

Hay en Buenos Aires dos lugares donde pueden verse las más espléndidas piezas de platería criolla: el Museo de Arte Popular José Hernandez y en el Museo de Arte Hispanoamericano Isaac Fernandez Blanco






En Buenos Aires, pueden verse importantes colecciones de platería criolla en el Museo Etnográfico de Azul, donde sobresalen obras de orfebrería araucana, platería criolla y joyas de la cultura mapuche

sábado, 18 de febrero de 2012

Las majestuosas plumas del carnaval suramericano



Despues de Venecia y de Río de Janeiro, si hay una ciudad donde los carnavales son glamorosos, esa es Gualeguaychú, en Argentina. Su fama es merecida: las comparsas son alegres, coloridas y fastuosas, y la concurrencia acude multitudinariamente al gigantescco espectáculo que se monta en el "corsódromo".



Esta festividad religiosa traída por los colonizadores españoles se vuelve super interesante si consideramos que es quizás la expresión popular más fresca del proceso de sincretismo religioso-cultural que se dió en América a través de la conquista.


El carnaval tomó en estas latitudes formas singularísimas, producto del mestizaje, y se manifiestan en todos sus motivos: carrozas, danzas, letras y música de las comparsas... también, por supuesto, en la indumentaria.



En los disfraces no es difícil descubrir los típicos elementos del mestizaje que a partir de lo que traían los españoles como cultura de la época produjo un riquísimo estilo propio, el  barroco americano: adornos confeccionados con materiales autóctonos que mezclan detalles y técnicas europeas con el gusto y el tono naturalista de las culturas de la selva chaqueña (continuación de la amazónica).


El arte plumario, descollante en la América precolombina, retoma con los carnavales el esplendor que pese a la asimilación colonial nunca perdió del todo, convirtiendose a la vez, como todo el barroco en América, en una formidable expresión de resistencia cultural.
En los vestidos es posible también ver detalles propios de los atuendos de los aborígenes amazónicos y andinos: anchos brazaletes y tobilleras, tientos y adornos confeccionados con pieles de felinos, e impresionantes tocados de plumas, la manifestación más fabulosa del arte plumario precolombino.

   
Muchos trajes se completan con alas como las que se observan en las antiguas pinturas de los ángeles arcabuceros, raras criaturas religiosas de la Conquista, mezcla de figura protectora y guardián armado pintada con ropas cortesanas, alas y arcabús, que vemos en las capillas e iglesias que salpican el camino hacia el Alto Perú.



Observando bien, pueden descubrirse en el traje de la bailarina muchos de los elementos presentes en esta antigua pintura  ejecutada por manos indígenas: las alas, el cuello ancho y envolvente, los adornos de volutas doradas, el tocado de tres grupos de plumas, las guardas de las enaguas y las puntillas... un mestizaje intenso y riquísimo puesto en valor por las fiestas del carnaval.


Los ángeles arcabuceros fueron aceptados porque todo ser alado o venido del cielo era venerado en las culturas originarias americanas. Entonces, las plumas son un elemento del sincretismo religioso hispano-americano que toma su sentido del vuelo de los dioses ancestrales, y las espirales y volutas les otorgan el sostén y marco barrocos.


Igualmente típicos del barroco americano son las profusas ornamentaciones con figuras de la flora y fauna oriundas que aparecen en trajes, carrozas y tocados.

  



Las fotografías son impactantes, pero lo más grandioso para mí ha sido elucidar y poder mostrarles la imbricación de artes y culturas en una manifestación absolutamente vigente de la vida popular. 

jueves, 16 de febrero de 2012

Siete postulados científicos para comprar bijoux de calidad

¿Qué te pasa que cuando unos aros te calzaron bien no te los sacás ni para hacerte una tomografía axial de cerebro, y a duras penas la primavera te obliga a no quedar out? ¿O sos de esas que teniendo una buena colección de bijoux durmiente en su tocador, queda a la espera de vaya a saber qué acontecimiento especial que jamás llega? ¡Es hora de adaptar un vestuario que se va desluciendo, sin que los dioses te inspiren para dar ese salto!


Los accesorios son como flores que crecen en los aleros de tu alma: refrescan, actualizan, dan importancia, suman estilo, interés... y no son sólo un toquecito: van desde los anteojos hasta el estuche de tu celular, el sombrero, un cinturón, tu pañuelo, los guantes, el bolso, las medias, el reloj, los zapatos, broches, billeteras, hebillas y vinchas, paraguas... ¡todo lo que nos pongamos equilibra o desequilibra nuestra imagen!
Inspirate en las tiendas de tu agrado, aunque allí no pudieras comprar nada. Te darán una idea sobre las combinaciones de moda. Las películas ambientadas en el momento actual tienen gran cuidado en el vestuario. Internet es otra buena fuente. Alguna mujer que admires puede ser muy inspiradora...
Pero para "lucir con todas las luces" comprá científicamente:
Postulado 1- Evitá lo que todas usan. ¡Sé original! Sin gastar fortunas podés pasar por ferias de artesanos y pequeños negocios que no pertenezcan a una cadena: allí encontrarás piezas diferentes de diseñadores independientes y a precios accesibles.
Postulado 2- Cuando te tientes por un precio bajo, cuidado!!!!!!!!!!! Evitá lo más que puedas comprar bijouterie fabricada a granel. ¡Nada se vé más y peor que una bijou de mala calidad! Los aros latosos, los dorados y plateados fulgurantes, los broches para el pelo en estridentes colores metalizados y llenos de falso brillo se ven terribles. Si el accesorio luce muy barato, dejalo donde está. Jamás agregarás nivel a tu vestuario con esa cosa horrible formando parte de tu look.

Postulado 3- Los brillos no son solo para la noche. Podés gastar tranquila en esa pulsera que tanto te gustó. El brillo "controlado" puede levantar con gracia un atuendo diurno. Pero no exageres colgandote encima todo lo demás que tengas, por mejor y más caro que sea.


El maximalismo es un estilo, no mera exageración. Deja la exuberancia para la selva, que en ella es suntuosidad mayúscula. Mantené un equilibrio "ecológico" y un sistema de autolimpieza para que el brillo sea eso: tu toque chic.
Postulado 4- Las argollas y cadenas sirven a toda hora, combinan fácilmente, quedan super y jamás parecen pesadas. Buenos dorados y plateados son de gran ayuda en cualquier look. Ah! Y jamás pasan de moda: son una gran inversión.

Postulado 5 - Huí del plástico cuando imita piedras o brillantes. Algunas piezas de plástico son verdaderamente lindas. A muy bajos costos las piezas tienen maravillosos colores, diseños novedosos o complejos, son muy livianos y fáciles de llevar. Pero... el roce continuo lo daña, disminuye su brillo y le otorga un "esmerilado" que lo afea y deteriora demasiado pronto. Conseguí los colores de las piedras semipreciosas, que son accesibles, vistosas y mucho más nobles como material.

Postulado 6- ¿Te gusta el negro? ¡Pero no sos una viuda!!!!!!! Cortalo con pashminas, bijoux, zapatos y cartera en otro tono, cintos y medias.El negro en exceso apaga tu look.


Postulado 7- El diseño es muy valorado y siempre visible: revela gusto, calidad, sofisticación. Si tenés algo que reúne estas características usalo sin restricción. Pero si has de llevar un accesorio que se destaca, cuidá de no recargar. No dejes que nada arruine esa pieza encantadora que debe lucirse perfecta y sin competencia que la opaque.


Si al elegir tus accesorios cumplís con estos postulados probadamente "científicos", jamás te equivocarás. Y lo mejor: ¡podrás gastar sin remordimientos!

lunes, 13 de febrero de 2012

¿Pendientes XXL?: los famosos "chandelier"




Chandelier alude a un artefacto de múltiples luces.
Los pendientes actualmente llamados "chandelier" se popularizan durante la segunda mitad del sigloXVIII, con el nombre de "girandole", que en italiano significa candelabro. Cuando el uso de las velas se hace infaltable en las reuniones de sociedad, las damas comienzan a lucir unos pendientes muy grandes, hechos con piedras preciosas, sobre todo diamantes y esmeraldas traidas de las minas del Brasil recientemente descubiertas.
Pero los primeros "girandole" hicieron su aparición en 1663, de la mano de Giliés Legaré. El favoritismo de que gozaron luego, su agrandamiento y enriquecimiento progresivo, se debió a que a mediados del siglo XVIII los escotes bajan mientras los peinados se recogen hacia atrás, y el uso masivo de las velas hace muy atractivas esas piedras que ahora llegan a granel desde América.
Los girandole entonces crecen en uso y se transformarán en una verdadera tortura por su enorme peso, pero iluminarán estratégicamente los rostros femeninos sumergidos en la espesa semipenunbra de las velas.
El uso se extiende de tal modo que las mujeres comenzarán a tener varios pares, algunos más sencillos para el día, reservando los de mayor tamaño y cantidad de piedras preciosas para la noche.


Hermosos girandole victorianos enteramente realizados en oro, en delicada y discreta versión diurna. Estos otros, también victorianos de alrededor 1880, reproducen en filigrana de oro un modelo belga.


Los girandole se popularizarán al punto de formar parte del atuendo popular en las fiestas españolas: de allí derivan los "catalanes" y los "aragoneses" o "baturros", que incorporan motivos vegetales estilizándose hasta hacerse fusiformes.
Las variantes más próximas al siglo XIX toman elementos neoclásicos, como los pabellones.

1930

El lujo del art-decó (siglo XX) los despliega con elegantísimas formas geométricas. Se aplacará su furor durante los años ´40 y ´50, en que los aros no se despegan de los lóbulos de las orejas, y volverán a reaparecer durante los fantásticos ´60s.


Esta tapa de Vogue los preanuncia. Es de 1955, donde los vemos ya llamados chandelier y acompañados por un collar que por su diseño en gotas colgantes, llevaría el mismo nombre.
En la segunda mitad del siglo XX, con la fabulosa revolución estética generada por la cultura de los años sesenta, vuelven a "encenderse" con versiones de bijouterie mucho más portátiles, accesibles y divertidas, llamandose "chandelier", y relanzados con el entusiasmo de la revista Vogue.


Candice Bergen, 1967


¿Cómo es un chandelier?
Actualmente las variaciones son muchísimas. Vayamos entonces al "girandole" tradicional, que consta de tres partes. Un pequeño broquel o botón de agarre a la oreja formado por un disco engastado en pedrería, o una sola piedra circular o con forma de flor. El segundo cuerpo o entrecuerpo es un lazo que luego, hacia mitad del siglo XVIII fue sustituido por un motivo floral. Por último, tres colgantes almendrados, el central más grande que los laterales.


Estilizados "chandeliers" victorianos en diamantes y oro platino, de 1830


Copia italiana de unos girandole típicos de mediados o fines del 1700, con lazo y corales, datada en 1940.


Innovadores chandelier de borlas y alfileres de ganchos: refinado cuño punk al estilo "chic-urbano".


Simplificados y llevados al máximo de su abstracción, estos pendientes chandeliers son de Oscar de La Renta, 2010